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Sobre la abolición del descenso (Parte 1)

Salvador Dalí es uno de los pocos genios con gusto por el futbol. Lo imagino en 1971 arrancándose el bigote por las idiotices que ya ensayaban los directivos del balompié azteca, mucho antes de licenciarse en su práctica. Dalí no soportaba un país que superase el surrealismo de sus pinturas. Y eso que no vio nada.   

¿Que el sistema de liguilla atenta contra la justicia y hiere el nivel del torneo regular? ¡Pues en lugar de una, organicemos dos liguillas al año…! ¿Que la saturación del calendario nos impide competir mejor contra los equipos de Conmebol? ¡Pues mejor salgámonos de la Libertadores…! ¿Que cinco extranjeros por equipo obstaculizan la progresión del jugador mexicano? ¡Pues subamos el límite a 10…! ¿Que el sistema de un ascenso-descenso al año es insuficiente, comparado con los dos, tres o cuatro alrededor del mundo? ¡Pues bajémosle a cero de una vez!

El futbol mundial funciona con una primera, segunda y tercera división. Debajo vienen las ligas regionales. Mientras más abajo estés en la pirámide, más ascensos y descensos. Es la lógica que impera en todos lados, menos en México donde se hace lo indecible por cerrarle las puertas del futbol profesional a cualquier equipo que se lo haya ganado con los méritos deportivos que se premian en el resto del mundo. 

En Tercera y última división, 215 equipos se disputan dos miserables ascensos. Quienes consiguen el milagro, a continuación tienen que reunir estúpidos requisitos para jugar en Segunda A, de lo contrario pasan a Segunda B, sin derecho a ascenso. En total, 47 equipos se juegan un pinchurriento ascenso al segundo escalón… aunque al final, el campeón no va a cumplir con el libro de requisitos para jugar en la Liga de Ascenso y su premio se congelará, como ocurre casi siempre. Luego, en la antesala de la Liga MX compiten 10 equipos fantasma y seis con derecho a ascenso… ¡seis! Quien no se indigne al leer todo esto, no merece vivir.

El que consigue al ascenso a la Liga MX, primero ha de evitar que el equipo que desciende le compre la franquicia, como ha ocurrido más de una vez. Superada la tentación, tendrá que lidiar con el abusivo sistema de cocientes. Al recién ascendido no le valdrá con sumar más puntos que el peor equipo del año, que ya tiene su chiste. Deberá apuntar al decimocuarto lugar para no volver a la cloaca.