Por dentro, por fuera; pisa el balón, lo envenena; gana, festeja. Riquelme saca de paseo a sus compañeros del Villarreal para comerse un plato bien frío en las narices del Barcelona. Sí. Su venganza se parece demasiado a la de Etoo y a la de tantos otros contra el Real Madrid.
Goles, sonrisas; magia, sonrisas; autógrafos, sonrisas. Ronaldinho no sólo es lo mejor que podía pasarle al Barça: es un milagro. Y es que su manantial de alegría hoy sería explotado por el Manchester si Florentino no hubiera vencido a Laporta en la batalla por el devaluado Beckham. El brasileño fue el plan B porque el Barcelona prefería vender camisetas. Igualito a ya saben quién.
Suda, traga saliva; pasión, entrega; corre Luis Enrique corre. El gran capitán del Barça, último conquistador de trofeos en nombre de la vitrina blaugrana ahora se dedica a inscribirse en maratones. Cuando dejó de servir no le obsequiaron ni el pin del club. La puerta trasera blanca vio salir a Fernando Hierro de la misma forma.
Hace mucho que el FC Barcelona perdió la batalla histórica de títulos ante el Real Madrid. Sin embargo, cuando la brecha se convirtió en un abismo insuperable, aún quedaban particularidades económicas y morales que le daban licencia para barrer con la vista al eterno enemigo.
Pero llegó Gaspart y se cargó la omnipotencia económica. En dos años se invirtieron los roles y el Madrid pasó a la abundancia, mientras el Barça, a la deuda. Para remediarlo, Laporta hizo añicos el orgullo moral: vendió el nombre del equipo de basket a una compañía de seguros y así el campeón europeo se transformó en FCB Winterthur. Ni Florentino, capaz de gastar millones y ahorrarse miles por no arreglar el pantano que parece el Bernabéu, tiene tan poco estilo.
Para acabar con las sospechas, la camiseta sin publicidad: última prueba empírica y reivindicativa que diferenciaba a simple vista la ideología de blaugranas y merengues hoy se vende al mejor postor. Todas las casas de apuestas con paraíso fiscal en la Isla de Man son bienvenidas. Este Barça ya gana partidos hasta sin merecerlo… al puro estilo Real Madrid. Incluso podría salir campeón luego de cinco años hibernando. Aun así, vender el alma al diablo habría sido mejor negocio.