Jorge Vergara cumplió 15 años como dueño de las Chivas. Parecen muchos más, pero apenas lleva década y media desde que tomó a la cabra por los cuernos. ¿Dónde estaría el Rebaño Sagrado hoy si su Mesías se hubiera limitado a la venta de ilusiones y pócimas mágicas Omnilife?
Para empezar, la única certeza es que el Guadalajara sería el club más popular de México, más que nada por el hecho de jugar con un plantel integrado exclusivamente por futbolistas mexicanos.
Tras ganar siete Ligas entre 1957 y 1965, el Guadalajara se limitó a salir campeón una vez por década. Luego de alzarse con el título en 1987 y 1997, lo más probable es que mantendría hasta la fecha ese anodino ritmo de una vuelta olímpica cada 10 años.
Recordemos que, cuando llegó Jorge Vergara al rescate en 2002, el equipo estaba medio abandonado por la Promotora. No es descabellado pensar que, probablemente, si él no hubiese llegado, las Chivas habrían estado muy cerca de descender, más pendientes del porcentaje que de cualquier otra cosa en alguna angustiosa etapa de estos últimos 15 años. A lo mejor, ¿quién sabe? ¡ahora mismo estarían en el fondo de la tabla!
Por otro lado, el Guadalajara seguiría comiendo de la mano de los dueños del América: sus partidos, con toda seguridad, los estaría pasando TDN. Con todo lo que eso significaría en concepto de rivalidad impostada. Tampoco existiría Chivas USA: esa brillante idea que llegó para quedarse en la MLS.
¿Y la Selección Mexicana? Sin el contrapeso de Vergara en la FMF, no tendríamos estabilidad; se habría cambiado una decena de técnicos en 15 años; Televisa y Azteca renovarían hasta el fin de los días televisivos su patria potestad sobre el Tri; mientras conceptos tan arcaicos y ventajistas como draft, pacto de caballeros, multipropiedad, etc… seguirían enraizados hasta nuestros días.
Si este hombre no hubiese asomado sus narices en el futbol, todo sería exactamente igual. Si acaso, mucho menos entrenadores y directores deportivos se habrían montado y desmontado del carrusel del desempleo y, eso seguro, habríamos leído y escuchado una cantidad mucho menor de tonterías sin la generosa aportación del amo de las reflexiones torpes.
Vergara está en su derecho de ganarse la vida vendiendo espejos. Lo deprimente es que, tras 15 años de productos frágiles y siempre empañados, aún se los sigan comprando.