Senegal fue la primera piedra que hizo tropezar al campeón del mundo. Francia llegaba al Mundial de 2002 con una tremenda disyuntiva: ¿Morir con los jugadores que le obsequiaron la gloria infinita cuatro años atrás o apostar por la sangre nueva que llegaba en mejor momento al cuatrienal mitin veraniego (Sagnol, Gallas, Cisse…)? Todos habríamos tomado la misma decisión que el técnico Lemerre: ¿Cómo atreverse a sentar a Djorkaeff, Desailly o Petit, aún venidos a menos? Francia hizo el ridículo en Corea y Japón. Se quedó en la fase de grupos.
Paraguay fue la primera piedra que hizo tropezar al campeón del mundo. Italia llegó al Mundial de 2010 con una tremenda disyuntiva: ¿Morir con los jugadores que le obsequiaron la gloria infinita cuatro años atrás o apostar por la sangre nueva que llegaba en mejor momento al cuatrienal mitin veraniego (Bonucci, Candreva…)? Todos habríamos tomado la misma decisión que el técnico Lippi: ¿Cómo atreverse a sentar a Cannavaro o Zambrotta, aún venidos a menos? Italia hizo el ridículo en Sudáfrica. Se quedó en la fase de grupos.
Holanda fue la primera piedra que hizo tropezar al campeón del mundo. España llegó al Mundial de 2014 con una tremenda disyuntiva: ¿Morir con los jugadores que le obsequiaron la gloria infinita cuatro años atrás o apostar por la sangre nueva que llegaba en mejor momento al cuatrienal mitin veraniego (De Gea, Carvajal, Koke…)? Todos habríamos tomado la misma decisión que el técnico Del Bosque: ¿Cómo atreverse a sentar a Casillas, Xavi o Xabi Alonso, aún venidos a menos? España hizo el ridículo en Brasil. Se quedó en la fase de grupos.
¿Será México la primera piedra que haga tropezar al campeón del mundo? Alemania llega al Mundial de 2018 con una tremenda disyuntiva: ¿Morir con los jugadores que le obsequiaron la gloria infinita cuatro años atrás o apostar por la sangre nueva que llega en mejor momento al cuatrienal mitin veraniego (Ter Stegen, Goretzka, Sané…)? ¿Cómo atreverse a sentar a Neuer, Khedira o Özil, aún venidos a menos?