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88

Sí, nieto. Sus goles eran filarmónicos. ¿Crees que sea casualidad que el piano, instrumento musical por excelencia, tenga un total de 88 teclas? Su futbol venía de otro mundo, hijo mío; tal vez de Mercurio, un planeta tan pequeñito como él, en donde los años duran precisamente 88 días. Ochenta y ocho son las constelaciones que podemos ver en el cielo, formadas por múltiples galaxias… hasta en eso se parecía Dios a Lionel.

Lo llamaban Pulga porque medía menos de metro y medio, pero metía goles hasta de cabeza y pasaban partidos enteros sin que nadie lograra tirarlo al suelo. Era letal con balón en movimiento, pero también metía unos goles de poca de tiro libre. ¿Cómo que qué es “de poca”? ¿nunca oíste esa expresión? Bueno, pues que le pegaba muy bien a balón parado. Era zurdísimo, pero ya quisieran los jugadores de hoy en día, empezando por ese tal Tavinho al que tanto idolatras, tener la mitad de su pierna derecha. 

Tenía 25 años cuando hizo 88 goles en un solo año. Para entonces ya había ganado como 20 títulos en el Barcelona… ¡y lo que le faltaba! Luego vino la tarde en que le metió cinco goles al Madrid, la Final de Champions en que superó a Di Stéfano y bueno, también lo acontecido en Brasil 14 y Rusia 18… Así es, veo que la historia de los Mundiales te la sabes bien. ¡Desde Uruguay 1930 hasta Catalunya 2048, ese es mi nieto!

Sí, 88 goles. ¿Cómo te lo puedo explicar para que me creas? Un día, aún antes de que yo naciera, un tal Chamberlain hizo 100 puntos en un partido de la NBA. Es más: ¡En ese mismo 2012 ganó las elecciones el PRI!, ¿sabes lo que es eso? No importa, un partido político que desapareció tiempo después. El caso es que la vida tiene esas cosas incomprensibles, ya ves que hasta Cruz Azul salió campeón hace dos o tres años.

Lo más inconcebible es que Lionel Messi tenía detractores. Osaban compararlo con un jugador de la época llamado Cristiano Ronaldo. No, el que tú dices era brasileño, nada que ver. Que si la selección argentina, que si los árbitros, que si siempre hacía la misma jugada ¡bah! Son los mismos que ven la Mona Lisa en el palacio del Jeque y sólo logran enfocarse en el marco. Pobrecitos, comprobaron la presencia de dios en sus narices y ni se enteraron. Anda, ya puedes salir a volar con tus cuates… ¡con tus amigos, pues!