1.Aseguré que esta vez no lo haría. Ver en vivo el Eslovaquia – Nueva Zelanda era demasiado amor al arte alternativo. Pero no lo pude resistir. Debo reconocer que todo se lo debo al Fantasy, que logra que partidos sin mayor trascendencia se vuelvan cosa de vida o muerte. ¡Y no podía dejar solo a mi delantero Sestak!
2.Juro que no quiero ser pesimista, que detesto a los apocalípticos que no hacen más que quejarse del nivel que vemos cada cuatro años en la Copa del Mundo. Pero esto empieza a parecerse peligrosamente a Italia 90 y a Corea-Japón 2002.
3.Al menos ya tenemos una postal para guardar en la posteridad, aparte del gol que se tragó Green. Tae Se: la gran figura del futbol norcoreano llorando a moco suelto al compás de su himno. Llámenme sentimental pero… ¡Eso fue más bonito que el pase de Robinho en el 2-0!
4.Justo cuando meditaba en que el verdadero motivo por el cual el Mundial se juega cada cuatro años puede deberse a la existencia de pruebas que avalen que se trata del tiempo justo para que nuestro cerebro olvide que en realidad son aburrídisimos, cayó el gol de Maicón. Y después la citada poesía de Robinho para Elano en uno de esos pases de los que me pensaba solo eran Made in Xavi. ¡Qué grande es el futbol!
5.Mi cuarto berrinche del Fantasy fue el más grande de todos y he de admitirlo: el principal motivo por el que hoy solo me apetezca compartir cinco reflexiones, y además lo haga tan tarde, cuando ya a nadie le interesa pues asoma el sexto día. Resulta que el maldito gol de los coreanos me quitó 14 puntos. Se dice fácil. Y todo por la soberbia de no poner a Handanovic de prueba en la portería, al estar seguro de que era imposible que a Julio César le metieran gol en el partido de hoy. ¡Qué poco sé de futbol! Adiós al Top 500 del planeta.