SI te preguntan por un futbolista mexicano que haya sido referente del Porto, responderás Héctor Herrera.
Si te pidieran mencionar un extremo mexicano que la haya roto de joven en la Eredivisie, dirías Hirving Lozano.
Si te hacen nombrar a un jugador que haya declinado sistemáticamente sus llamados a selección mexicana, ese sería Carlos Vela.
Si te solicitaran hablar de Jesús Corona, les contarías que es veterano, alto y violento; que usa barba y guantes… ¡ah, y que su equipo no puede ganar!
Si a ti o a cualquiera nos pusieran de adivinanza citar a un mexicano cuyo nombre de guerra acabe en “ito”, nadie… absolutamente nadie se acordaría primero de él.
Jesús Manuel Corona ha seguido al pie de la letra el manual del éxito internacional. Ese largo y sacrificado proceso que tan difícil le ha resultado cumplir al futbolista mexicano.
El talento nacional solía irse a Europa a una edad consolidada… Tecatito se aventuró a los 20 años.
Cuando los jóvenes mexicanos solían paralizarse ante la amenaza de los directivos de aplicarles el Pacto de Caballeros… Tecatito mandó a la goma al Monterrey.
El emigrante mexicano suele ir a las grandes ligas o a los grandes equipos de las ligas medianas… pero Tecatito supo decir sí a un Twente que era el trampolín de la época.
El mexicano (y el terrícola en general) tiene problemas para pegarle con las dos piernas. Tecatito es el más brillante ambidiestro que ha dado nuestro futbol desde Benjamín Galindo.
Era el paso ideal cuando a los 22 años se lanzó a otro trampolín: el más alto y seguro de toda Europa. Desde entonces Tecatito vio a Danilo irse al Real Madrid y luego a Militao al mismo destino. Le deseó buena suerte en el Atlético a Jackson Martínez, que no la tuvo y años después hizo lo mismo con Felipe y Héctor Herrera, que la siguen probando. Se despidió de Alex Sandro cuando se fue a la Juventus. De André Silva, camino al Milan. De Rubén Neves, Willy Boly y Fabio Silva… en la compra anual del Wolverhampton en el mercado portugués. Le dijo hasta luego a Marcano cuando éste se fue a la Roma. Y a Ricardo Pereira, destino Leicester. A Dalot primero y a Telles antier, cuando le anunciaron que se iban al Manchester. Lo mismo con Danilo Pereira que ayer se marchó al PSG. Jesús Manuel Corona juega de lateral, extremo y abnegado recepcionista en el Porto… con justicia le dieron el Dragao de Ouro como el más destacado de la temporada.
Su historia en selección también pertenece al segundo plano. Un gol en San Pedro Sula y otro en la Copa América contra Venezuela es todo lo que podemos recordarle. En Brasil 2014 tenía 21 años y Miguel Herrera lo consideró demasiado joven como para llevárselo al Mundial. A Rusia 2018 sí fue, pero Juan Carlos Osorio decidió olvidarse de las rotaciones justo cuando él estaba en la banca y ahí se quedó, excepto por un par de ratitos contra Corea y Suecia.
Tecatito tiene más talento que cualquiera y una actitud promedio. Con eso debería ser más que suficiente para estar mejor parado a estas alturas de su carrera. Pero todo empezó mal cuando nació en Hermosillo, una de las ciudades menos futboleras de la República Mexicana. Luego, su incómodo apellido promovía gratuitamente a la cervecería dueña del Monterrey y decidieron ponerle un apodo semivergonzoso. Es como si a cada paso el destino le escondiera caprichosamente las llaves del éxito.
De él no podemos decir que sea una promesa incumplida como Diego Reyes. Ni que tenga exceso de heces fecales en la cabeza como Carlos Salcedo. Mucho menos que sea un caso perdido como Jurgen Damm. Todos ellos, futbolistas que hoy tienen 27 años, la edad de la plenitud futbolística, y que están instalados en sus respectivos limbos. La generación del Tecatito daba para bastante más.