A veces los sueños se hacen realidad. No se trata de una mentira piadosa, fabricada para que los niños no pierdan tan pronto la fe en este mundo asqueroso. En algunas ocasiones la vida se encuentra despistada y permite que hasta los deseos del más desdichado se conviertan en órdenes.
Cuenta la tradición oral que al Cruz Azul se le apareció el genio en Marruecos. Tras caer de trompa y sin meter las manos en su partido contra el Real Madrid, se arrastraba triste y polvoriento por tierras de Aladino cuando, como último y desesperado intento de ponerle fin a su infortunio, frotó una lámpara arrumbada con el desdén del que ya lo ha intentado todo para huir de sus mil y un fracasos.
Buscó de reojo una cámara escondida alrededor de la cueva y sin ninguna ilusión, piel curtida tras décadas de bullying, pidió al genio ser como el Real Madrid: ese equipo que les caminó por encima y sumaba entonces 22 victorias seguidas. Contra toda expectativa, el genio no se echó al piso de risa ni respondió con el esperadísimo «¡No mames, güey!» Para desconcierto azul, se limitó a contestar: «escucho y obedezco».
Cinco meses después Cruz Azul quedó eliminado de una nueva edición de la Liga MX. A punto estuvo de invocar al genio charlatán cuando se enteró que ese mismo día Real Madrid también había perdido sus oportunidades de levantar el título. De hecho, ambos han ganado apenas una liga en quién sabe cuántos años.
Liderados los dos por entrenadores pasivos y cordiales, con mucho más títulos que ideas en el palmarés; se quedaron sin copa, ni liga, ni champions en 2015.
Cruz Azul está igual que el Real Madrid: vive de un trofeo continental que ganó el año pasado de panzazo, tiene al peor enemigo del club perpetuado en la presidencia y es hazmerreír del mundillo balompédico. Deseo concedido. No se aceptan reclamaciones.