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Masacre

Alemania despejó todas las dudas. Lo único que necesitaba era jugar a un horario lícito para continuar con la tutoría de cómo descuartizar a potencias mundiales en la Copa del Mundo, curso iniciado en 2010 con Inglaterra y Argentina como conejillos de indias y actualizado ahora con Portugal y Brasil, esta última con lujo de crueldad, como cuerpos del delito. 

Las sensaciones vividas en el estadio deben de ser lo más parecido al Coliseo Romano que la modernidad puede permitirnos experimentar: saca a once pobres diablos y ponlos a pelear contra once hambrientos leones, a ver qué pasa. Acudimos a un festín de sangre y dolor ajeno, aunque a dramática diferencia de lo que pasaba en el Coliseo, el estadio le iba a los pobres diablos, no a las bestias. 

El martes a Brasil no le hizo falta Neymar. Reus tampoco juega con Alemania y ni quien se entere. Lo que le faltó a Brasil es una selección decente, preparada ante la adversidad. Ayer faltaron suplentes del nivel que se le supone a una selección como la brasileña, pero Felipao prefirió dejar en casa al portero Alves, Filipe Luis, Miranda, Marquinhos, Coutinho y Lucas Moura; y llevarse a pasear a petardos que no le hicieran sombra a sus titulares, ni se sintieran incómodos con el rol de suplentes. Aunque ni así habría tenido equipo para ganar la Copa del Mundo, esa es la verdad. 

Francia fracasó en 1938 pero se desquitó en 1998. Italia fracasó en 1990 pero ya había triunfado en 1934. Alemania fracasó en 2006 pero la libró en 1974. Brasil se unió a México como único país capaz de ser eliminado dos veces en calidad de anfitrión. Me pregunto cómo le hacen para pasar del quinto partido fuera de casa.

1970 a 1994: Brasil tardó 24 años en ganar su cuarta Copa del Mundo… 1982 a 2006: Italia esperó 24 años antes de festejar el tetracampeonato… 1990 a 2014: Alemania suma 24 años sin ser campeón del mundo… y al parecer no tendrá que esperar ni uno más para pasar a recoger su cuarta estrella.