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Humo blanco

“Florentino es un ser superior”

– Emilio Butragueño –

Sábado: Samuel Etoo estuvo a punto de largarse. Harto de escuchar las burlas de especimenes dignos de ser encerrados en una jaula, parecía decidido a irse. Entonces, rivales, compañeros, árbitro, entrenador y compañía tuvieron que unir sus fuerzas para ponerle freno al motor de la dignidad. Y Etoo no se fue.

Lunes: Florentino Pérez sí que se va. Más de un lame botas intercede para evitarlo, pero contra el motor de la cobardía no hay quien pueda. La peor pesadilla de un dictador es que se le agoten los chivos expiatorios.

Se fue Valdano y también se fue Sacchi. Se fue Del Bosque y se fueron, uno atrás del otro, los cuatro inocentes que le sucedieron en el puesto. Se fue Figo y se fue Owen… La neurosis de Florentino lo condujo a señalar a la prensa y al arbitraje, sus dos eternos aliados, como culpables de la debacle. Él seguía aferrado al sillón porque lo había hecho todo bien.

O al menos eso pensaba. Había creado un equipo de ensueño: empezó poniendo el pie derecho de Figo al lado del izquierdo de Roberto Carlos y después, los ensambló a las piernas de Ronaldo. Para entonces, ya contaba con la cintura de Zidane, las manos de Casillas y el cerebro de Raúl. Cuidó todos los detalles y ya de últimas, añadió los ojos de Owen y hasta el pene de Beckham. ¡Pobre Florentino! Se le olvidó la sangre. Y el corazón. Y los huevos.

Como era de esperarse, el ingrato monstruo terminó por comerse a su creador. En tan sólo 15 días hizo el ridículo en Zaragoza, le abrió la puerta de su casa a un pillo llamado Henry, se fue a contemplar la lluvia de Mallorca y a contar de nuevo: tres títulos menos, un año más de ayuno. Y ya van tres. Florentino huye con un tétrico balance de cuatro Ligas, cinco Champions y seis Copas del Rey tiradas a la basura.

A pesar de todo, hay que ser ecuánimes: no todo fue malo en su era. Aún involuntariamente, el ex presidente del Real Madrid logró albergar sentimientos antes insospechados en las entrañas antimadridistas. Y es que hoy su equipo inspirara más pena que odio, más compasión que miedo, más lástima que asco.