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El Rey Lyon

Nants ingonya ma bagithi baba.

(Ahí viene un león).

No conozco Lyon pero me trae malos recuerdos. Es comprensible cuando a ese lugar se fue a estudiar mi primera novia para no volver nunca. Al menos conmigo, claro.

En ese entonces, el equipo de aquella ciudad no había ganado nunca la liga francesa. Pero un buen día Simba regresó a su reino para conquistar le Championnat, y al otro lo volvió a lograr, y al siguiente lo hizo de nuevo, y otra vez, y una más; hasta completar cinco ligas seguidas.

Se dice fácil. Huérfano de un referente histórico (Real Madrid y Barcelona en España, Juventus y Milan en Italia, Bayern Munich en Alemania…) un año sí y otro también, Olympique de Marsella y París Saint German tiran el dinero para demostrar quién es el grande del futbol francés. Ellos ponen los euros; el Lyon, el futbol. Y los títulos.

Desde la Quinta del Buitre, ninguna liga del futbol elite europeo tuvo un dominante tan categórico. Pero en el club francés no quieren ni oír hablar de las glorias del Real Madrid de los ’80. Ellos nunca disputaron una Copa de Europa.

Ganar la Champions. Ese es el objetivo. Poco importa que el futbol francés se haya llevado una sola en la vida, y encima bajo sospecha (léase el Marsella de Bernard Tapié). El Lyon está acostumbrado a combatir contra la historia. Y Saint Denis lo espera para jugársela en casa.

Por lo pronto está, por tercer año consecutivo, entre los ocho finalistas. Solo su rival en cuartos Milan, puede presumir de semejante constancia. La diferencia es que el Lyon los ha logrado sin despilfarro alguno.

Afortunadamente, el camino hacia el éxito requiere algo más que inversión. Lyon es un ejemplo de equipo con todo el alcance de la palabra. Su futbol es rápido, espectacular y equilibrado sin necesidad de ningún jugador del top 50 mundial, ni de un goleador que incline la balanza a su favor en las malas tardes. Ni siquiera podemos hablar de las glorias de un entrenador, porque este equipo ha forjado su leyenda con tres técnicos diferentes: Santini, Le Guen y Houllier.

Cuando uno de sus jugadores despunta, la decisión es fácil: ‘clic’, caja y Edmilson a seguir alzando títulos en Barcelona; clic, caja y Essien a dar más vueltas olímpicas en el Chelsea.

Para individualidades, le basta con el mejor cobrador de tiros libres del planeta. El sucesor de Mihajlovic no es Assunçao, ni Beckham, ni Roberto Carlos. Ni siquiera Pável Pardo. El rey a balón parado se llama Juninho Pernambucano.

Y aunque por pereza, al Olympique Lyonnais no le respetemos ni siquiera su nombre; casi todos tenemos claro que en el sorteo de la Champions, Milan se sacó la rifa del tigre… o la del león. Hakuna matata.