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Espejitos Omnilife

Está muy lejos de la fortuna de Abramovich y a años luz de la simpatía de Piterman. Pero el reflejo de estos empresarios es el que seduce a Jorge Vergara cada vez que se mira en cualquiera de los espejitos que suele vender, con la misma devoción que sus complementos alimenticios, aunque sin tanto éxito.

Así que se puso en la labor de coleccionar equipos de futbol: Guadalajara, Saprissa, Chivas USA y… ¡Atlético de Madrid! Basta con que se asome en la agenda un viaje de negocios a España, para que Vergara invente que en realidad es con el objetivo de comprar al pobre Aleti. El producto que vende, en forma de club, es lo suficientemente milagroso para “ser una vía de acceso al futbolista mexicano”, y a la vez, “jugar con puros españoles”.

Dos minutos en la radio española comprobaron lo identificado que Vergara se siente con la los colchoneros, al ignorar el nombre de su entrenador, y encima tragarse que Pantic es la figura de un equipo al que de cariño llaman Puerta Bonita y cuyos seguidores, los irrindurri, esperan ansiosos el regreso de Javier Clemente.

Luego del cúmulo de deslices, nadie puede sorprenderse de que en el Calderón ni le contestaran el teléfono. Y es que la masa social del Atlético de Madrid jamás permitiría que su equipo cayera en esas manos.

Lujo que quisieran haberse dado los simpatizantes del Saprissa, quienes aun no concilian el sueño luego de perder el partido más importante de su historia: la final de su Champions y contra el archienemigo Alajuelense.

En México, el proyecto de hacer de Chivas el mejor equipo del mundo continuará gestándose con cracks como Armando Vara (única adquisición en dos drafts), y ridículas caravanas en busca de talento convocadas por Televisa, dueña del “odiado” América.

Mientras tanto, los aficionados del Chelsea siguen encantados. No les importa que su querido club no sea más que un juguete para su dueño, siempre y cuando sea su juguete preferido. Hay niveles.