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Fútbol mexicano Selección Mexicana

Círculo Tricioso

Desdeñamos la Copa Oro. Abiertamente reconocemos que nos da pereza. Miramos con nostalgia aquellos veranos nones en que nuestra selección ponía patas arriba a las potencias sudamericanas y luego la dejaban mandar a equipos B a revolcarse en el lodo de Concacaf. Pero !uy de aquellos jugadores que sienten algo parecido! Que prefieran descansar durante el verano para llegar frescos a la pretemporada de sus clubes europeos y estén en condiciones de pelear la titularidad, aunque solo sea para que no los andemos chingue y chingue si son suplentes. Está claro que la selección nutre a la prensa más ladilla del mundo.

Consumen futbol como si hubiéramos ganado siete Mundiales. Siguen los prepartidos, los postpartidos, los anuncios que les ponen en el medio de ellos y a veces, entre chela y chela se chutan hasta los mismísimos partidos. Compran camisetas negras, verdes y otra vez negras. Logran que la gallina ponga huevos de oro en dos países. Esperan cada saque de meta rival con mayor ansiedad que un gol para entonces poderle gritar !|puto!al arquero contrario con orgullo y regocijo, porque nadie les convencerá de que divertirse está mal. Está claro que la selección entretiene a la afición más desmadrosa del mundo.

Tienen el calendario grasiento y saturado de partidos moleros. La barriga llena gracias a la difusión de esa prensa con la que se retroalimentan, aunque sea a base de chatarra. Se inventan un torneo de reservas, mal estructurado y nauseabundo al que bautizan Copa MX y consiguen que se transmita por todos los canales aún por existir. Tienen una Liga que atenta contra los estándares más elementales de justicia deportiva, donde el que más puntos gana no es campeón y el que menos logra no desciende. Prostituyen sin disimulo a los equipos de ascenso al mejor postor, cierran la puerta a nuevos inversores y multiplican lazos de multipropiedad que pronto convertirán a todos los clubes en parte de una misma familia. Está claro que la selección enriquece a los directivos menos lúcidos del mundo.

En general los medios deportivos mexicanos somos bastante mediocres. Desorientamos y producimos aficionados abundantemente mediocres. A sus costillas de éstos, lucran directivos mayoritariamente mediocres que son presa fácil de los medios en un vicioso círculo de mediocridad infinita, del que no se escapan la mayoría de nuestros futbolistas. Aunque muchos hacen milagros.