Repudiado ex Presidente:
Por medio de la presente carta abierta quiero dejar constancia del regocijo que me causa el anhelado final de sus oscuro mandato y a la vez, alentar a todos aquellos que le desprecian tanto como yo, a no contentarse con su tan perseguida salida, sin antes exigir a las autoridades que cumplan con su deber: le citen, juzguen y cobren parte del mal que ha causado durante los años que le queden de vida que, justicia mediante, seguro celebrará tras las rejas.
Usted nos hizo mucho daño: dividió, mintió y saqueó. Como el gánster que es, se aferró al asiento presidencial hasta las últimas circunstancias, cuando por fin: derrotado y cabizbajo no le quedó otra más que aceptar la realidad. Con la desvergüenza, eso sí, de denunciar una persecución en su contra.
Ahora es inevitable lamentar que sea demasiado tarde. Por fin nos deshicimos de usted, pero el fuego que prendió arderá por lustros, por más que hoy el panorama sea más azul que rojo. Su gestión a lo largo de los años fue imprudente, impulsiva, deshonesta y con lujo de incompetencia. Usted se va, más la fractura social que provocó difícilmente sanará.
Aunque algunos incautos le sigan comprando el cuento de su gestión económica, ésta a final de cuentas también resultó un desastre. Le perdonaría su incapacidad, si no fuera porque estuvo siempre acompañada de sus malas intenciones. Porque usted es culpable de todo, menos de su cara de imbécil. Esa que nos revolverá el estómago cada vez que una foto suya invoque la rabia que nos seguirá provocando el peor presidente de la historia.
No íbamos tan mal cuando usted llegó a arruinarlo todo. Lo que más duele dentro de esta alegría de por fin verle perder el poder, es recordar dónde estábamos y cómo dilapidó la herencia que dejaron en sus manos. En su testamento, en cambio, no nos deja más que llamas y lágrimas difíciles de secar; escombros y traumas que el recién llegado habrá de administrar.
Nunca pensé que 2020 me regalara tanta satisfacción. Pero usted ha logrado lo imposible: que este año maldito, gracias a su dulce derrota, parezca hasta misericordioso. Lo cierto es que 2021 no podría empezar mejor: sin usted.
Me despido, no sin antes enviarle un fuerte y sincero rodillazo en los testículos.
Descortésmente,
Barak
(Ojo Martita, sácale tres copias y mándaselas a Billy, Donald y Nobita por favor).