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Cruz Azul Fútbol mexicano

Desgarbado Don Juan

Enrique Meza fue el último entrenador capaz de aguantar cien partidos antes de que la máquina de autodestrucción masiva se descarrilara. Memo Vázquez iba bien hasta que le explotó el volante, en la abuela de todas las cruzazuleadas. Luis Fernando Tena, que debió ser el Ferguson del Cruz Azul, repitió al pie de la letra el guion que le llevó al despido las tres veces anteriores. Sergio Bueno es el poeta que un poema nunca escribió; y en la eternidad los dos unieron sus almas para darle vida a este triste club de futbol. Pero la canción no acaba así.

Tomás Boy, Paco Jémez y Pedro Caixinha fueron reclutados uno tras otro en el afán de cambiar el perfil histórico de maquinistas sumisos y buena gente. Ninguno de los chicos malos sobrevivió ni cien partidos.

Robert Dante Siboldi recuperó la esencia: En. Todos. Los. Sentidos. Acabó saltando por los aires tan pronto como apadrinó a la hija de todas las cruzazuleadas juntas.

…Y llegó él, como primavera en el frío invierno de su corazón. Trayendo consigo todo un dulce sueño lleno de ilusión.

A Juan Reynoso le llevó tres partidos dotar a Cruz Azul de un estilo de juego que potencia a sus jugadores y que ha sido totalmente absorbido por cada uno de sus futbolistas. Juegan bien y rápido en corto, pero mejor en largo. Saben qué toca hacer en posesión de balón, pero sobre todo en fase defensiva. Presionan, recuperan, juegan a dos toques y anotan. No tienen mucha llegada, pero cuando generan una de gol, es de las buenas. Su dibujo táctico es dúctil y flexible: como un invertebrado que cambia su piel de acuerdo con las circunstancias. Por si fuera poco, Reynoso rota su once con tacto, olfato y hasta sexto sentido. En el no va más del técnico ideal, además juega limpio. Cada vez que su equipo va ganando en los últimos minutos (es decir, siempre) y el balón se acerca al área técnica, lo devuelve de inmediato y propicia que el rival lo ponga en juego al instante. Así sus chicos no se relajan.

Jugó 500 partidos, ha dirigido 400 y sus aburridas entrevistas jamás registraron una sola declaración fuera de tono. La exquisita elegancia que transmitía como jugador, contrasta con su actual falta de garbo: el corte regular de sus sacos arrugados le favorece aun menos que el cubre bocas talla extra small que su voluminosa cabeza mal porta sin chistar. Digo esto porque en lo superficial y hueco habita el único pero que se le puede encontrar a semejante dandy.

Su trayectoria es también inmaculada. Su primer equipo fue Coronel Bolognesi, un club peruano que solo ganó un título y jugó la Libertadores una vez en toda su historia… ambos con Juan Reynoso de entrenador. De ahí dio el salto a Universitario y le dio el título tras nueve años de sequía. Años más tarde llegó al Melgar, un club que no salía campeón desde 1981 y acabó su maldición de la mano de Reynoso.

Lo natural es que quien fuera leyenda del Cruz Azul en el campo, con todas estas hazañas en el banquillo volviera a México por la puerta grande… pero la única que se le abrió fue una de las más pequeñas: la del Estadio Cuauhtémoc. Dirigió a un club en crisis permanente, sin futbolistas de calidad y lo metió a la liguilla, donde casi elimina al todopoderoso León. Cuando Puebla se desprendió de Reynoso para buscar un entrenador todavía más barato, entonces sí, Cruz Azul se acordó de su histórico capitán… solo después de no llegarle al precio a Hugo Sánchez: un técnico con una década en el retiro y sin el menor vínculo previo con el club. Cruz Azul comprobó que Mohamed, Almeyda y Herrera tampoco estaban disponibles y, por fin, acudió al que ya era su entrenador ideal desde aquellos tiempos en que se decantó por Sergio Bueno.

Ahora llegó a 10 victorias consecutivas. Y probablemente alcance más de una docena. La única vez que consiguió semejante ritmo, el equipo ganó el tercer campeonato de su historia. En ese entonces y en los títulos porvenir, la liguilla arrancaba en semifinales o final directa. Hasta 1982 adquirió su formato actual de mínimo tres obstáculos camino al título y desde entonces, nadie ha sido peor que Cruz Azul para desenvolverse en la fase final.

La paradoja es que, mientras más partidos inútiles gane, a más escalones que suba, más graciosa resultará su ineludible caída. Las burlas serán más despiadadas. El absurdo de hacerlo bien en la temporada regular cobrará una nueva dimensión. La que hoy es una hazaña, llegado el momento, jugará a muerte en su contra. Y será una diversión agridulce. Me dolerá por culpa de Juan Reynoso.