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El Barça se viste de blanco

Johan Cruyff fue un antológico futbolista y un entrenador de excepción, aunque por encima de todo deberá ser reconocido como un grandísimo inventor: Cruyff inventó al Barcelona. Que sí, que el equipo se fundó mucho antes de que el padre del tatarabuelo de Cruyff falleciera sin siquiera intuir que su apellido le hablaría de tú a la eternidad. Pero un minuto antes de que su chozno sentara las bases del entonces nuevo Barça, el equipo catalán era un club cualquiera.

Entre 1960 y 1990 el Barça ganó dos Ligas y cero Champions. Luego de que Johan abriera el parte aguas, el club ha alzado una docena de ligas y cuatro Champions en apenas 25 años. Sin embargo, no fueron los títulos los que hicieron especial al Barça sino el camino sembrado para obtenerlos, con semillas de un futbol tan intrépido como generoso. A partir de entonces el audaz Cruyff se ha erguido como la voz de la conciencia del Barcelona. Una suerte de Pepe Grillo (en ocasiones más grillo que Pepe, dependiendo de su humor) que siempre ha de ser consultado antes de etiquetar la magnitud de los éxitos y fracasos del equipo. 

Pues bien, el mentor del barcelonismo declaró tras el último partido contra el Real Madrid que «es fantástico ganar jugando mal». No era el tuit del típico salvaje no identificado, ¡fue el propio guía espiritual del Barça quien lanzó semejante despropósito contracultural! Como John Lennon promoviendo la guerra o Nelson Mandela levantando el pulgar al racismo. Tan impactante como Fidel haciendo cola en Disneylandia, tan contradictorio como Peña Nieto leyendo un libro.

Olvida Cruyff que para ganar como sea ya se inventó el Real Madrid. Sacaron tanta ventaja en los años previos a la llegada del holandés que la distancia ya solo puede salvarse mediante jactancias de lo abstracto, en clave de principios morales, cantera o filosofía de juego. 

El caso es que a día de hoy la imagen del FC Barcelona se revuelca en su mugre merced a la operación Neymar, entre otras violaciones a las leyes deportivas y sociales. Al Madrid le ganó con apenas cuatro canteranos, al tiempo que el Barcelona B sigue en su viaje al abismo. Agotados los argumentos éticos y estructurales, queda entonces el modelo de juego. El Clásico fue malo, pero durante los pocos instantes en que se jugó al futbol, Real Madrid aplastó a un Barça que solo pudo reponerse a partir de su mejor estado físico. 

Sin rubor mediante el Barcelona se está convirtiendo en una imitación china del odiado rival. Y hasta a  Cruyff le gusta la idea.