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Barak

El fin

El Mundial es historia. Como Los Simpson (aquellas ocho o nueve temporadas míticas), los cascos de Danesa 33 o el sabor de las Motitas. Fue bueno, demasiado bueno, mientras duró.

La vulgarización de la Copa del Mundo llegará a su culmen en 2026, no sin antes haberse envilecido en un país con la tradición futbolística, el clima tropical, el respeto por los derechos humanos y el compromiso para combatir el terrorismo islámico que tanto caracterizan a la sede de 2022. 

No es que el gobierno ruso esté por encima de Catar en materia ética, pero si nos hacemos tontos, podemos darnos el lujo de abrazar al degradante Rusia 2018 como el último de los mundiales, antes de que terminen su largo e irreversible proceso de perversión.

El interés por las eliminatorias rumbo a la Copa del Mundo se ha ido al caño. La proeza de ir al Mundial será un tedioso trámite burocrático que cierre toda posibilidad de tragedia mediante la cual una selección grande corra el mínimo peligro de quedarse fuera.

Ya ni ganas de explicar el esperpento de los grupos de tres selecciones. ¿Nadie pensó en que siempre un equipo llegará con la considerable ventaja de cuatro días extra de descanso? ¿No hubo quien contemplara el amplísimo riesgo de arreglo en el último partido para dejar fuera al indefenso que descanse en la tercera jornada? ¿Ni una lumbrera reparó en la enorme probabilidad de un triple empate a puntos, goles a favor y goles en contra?

El Mundial de 2026 se jugará al empate. Una tercera parte de los equipos tendrá tantas limitaciones que se verá orillado a encerrarse en pos, ya no de un puntito, sino de ganar en penales. Otro tanto, con calculadora en mano, minimizará riesgos y también dará por bueno el empate. Las 16 cabezas de serie, en consecuencia, jugarán a estrellarse contra la pared hasta la extenuación de propios y extraños.  

La gente no cambia y FIFA mucho menos. Su grado de desconsideración y desapego hacia las necesidades del futbol sólo se equipara con los niveles de codicia y mongolismo de los grandes jefes de estado. ¿Quién sabe? A lo mejor de aquí a nueve años Donald Trump, Vladimir Putin y Kim Jong-un se encargan de convertir en otra cosa a lo que hoy conocemos como mundo. ¡Qué paradójico sería que el Mundial de 48 selecciones se cancelara por falta de países!