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El mal Negocio de ser Héroe

Poco importa que sea leyenda viviente del club. Con toda probabilidad la figura más importante de su historia, cuando toque comparar sus servicios prestados contra los de todos aquellos que estuvieron y que estarán.

La liga solo cobra importancia los años en que no puede ganarla o en las extraordinarias ocasiones donde ni siquiera compite por hacerlo. Todas las veces en que sí lo hace, su éxito se empequeñece de inmediato cuando se contrasta con su fracaso en la Champions League, esa competencia que hasta hace cinco años controlaba tan bien.

Antes de su aparición, vencer al Real Madrid era un sueño casi imposible, ahora es casi normal. Es verdad que el club ya ganaba títulos sin él, pero lo hacía a cuentagotas. Lo que le persigue es la sombra de su propio éxito: lo que hizo y ha dejado de hacer, la millonada que se ha gastado su directiva para apoyarle y un año más donde no se mete ni siquiera a semifinales de esa Copa de Europa que obsesiona al club como a ningún otro.

El problema en una carrera tan exigente y sometida a escrutinio es que, no importa cuántas hazañas consigas: todo aquel que no muera joven y envuelto automáticamente bajo el halo protector de la idealización, tiene demasiado tiempo para demostrar que es tan solo un mortal.

Él, que a cada problema le ha encontrado siempre una solución, cae cada año con distintas piedras, pero en el mismo camino. En tiempos normales y neo normales. El final es idéntico. Cuando encima no gana ni Copa, ni Liga, ni nada la condena generalizada se regocija incriminándole por el año en blanco. 

¿Y si no es tan bueno? Con todo lo que gana este extranjero, ¿no será un farsante? Los ataques más virulentos no se generan tanto desde dentro, como sí, desde fuera, cortesía de una opinión pública selectivamente desmemoriada. No hay héroe mitológico, genio, profeta o dios que no haya sido sometido al vilipendio en horas bajas. 

¿Qué de quién estoy hablando en esta columna? Llámenle Guardiola, Messi o Simeone, es lo mismo. Prometeo, Einstein, Moisés o Simón Bolívar ¿qué más da? La vida es un difícil juego de uno contra el mundo… y al final siempre ganan los detractores.