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El muro de Babel

“Ljungberg, en la órbita del Real Madrid” (Febrero 2004)

“Arsenal muy molesto con Real Madrid por caso Vieira” (Agosto 2004)

“Edu es el elegido para salvar la galaxia” (Noviembre 2004)

“Reyes dice que espera unirse al Real Madrid” (Marzo 2005)

“Real Madrid se lanza a la ofensiva por Wenger” (Diciembre 2005)

“El Real Madrid confirma que quiere a Ashley Cole” (Enero 2006)

“La dirección deportiva del Real Madrid pide a Cesc” (Marzo 2006)

“Henry, cada vez más cerca del Real Madrid” (Abril 2006)

No fue una estrategia de mercado tan proclive a echar mano de lo ‘retro’. Tampoco se trató de un homenaje a los ex jugadores del Nottingham Forrest que en 1895 fundaron el club. Ni siquiera fue cuestión de ponerse guapos para la ocasión de decirle adiós al viejo Highbury luego de 93 años… Después de echarle un vistazo a la hemeroteca, ahora sabemos por qué decidieron extirparle las mangas blancas a la camiseta del Arsenal.

El exorcismo funcionó. Con las condenadas manguitas, el Arsenal encaraba los cuartos de final de la Champions con la resignación de que la derrota era su destino irrevocable. Algo así como México en los octavos de los mundiales.

Pero este año fue diferente. Por eso, cuando Riquelme puso el balón en el manchón penal sabía que fallaría. Cuatro pasos, anunciado golpe con la parte interna, balón a la derecha y guantes de Lehman. Meterse en la cama de Jessica Simpson es más sencillo que entrar en la portería del Arsenal.

Wenger puso a trabajar a un puñado de franceses, dos marfileños, un bielorruso, un suizo, un andaluz, un catalán, un alemán y un brasileño, que a pesar de sus diferencias, se coordinaron a la perfección y, con la esporádica ayuda de holandeses, cameruneses y hasta de algún inglés; colocaron ladrillo a ladrillo de un muro que se ha mantenido inexpugnable por diez partidos.

El año pasado Everton no pudo celebrar como se debe el milagro de finalizar arriba del Liverpool en la tabla y meterse a la Champions porque el odiado rival eclipsó su mérito al ganarla. Las coincidencias asustan. Ahora Tottenham Hotspur, eterno antagonista de los gunners, por fin quedará encima de ellos en la Premier y jugaría la Champions… sólo que este año al Arsenal se le ocurrió ser finalista de Europa justo cuando por primera vez desde 1997 no podrá terminar entre los dos primeros de la liga.

Y es que la gran oportunidad llegó un poco tarde: Poco tiene que ver este Arsenal con el equipo que no perdió un sólo partido en la 2003-2004. Hoy, la caprichosa historia cita demasiado temprano a Reyes, Van Persie, Cesc, Senderos y Eboue, todos menores de 23 años y titulares de habituales a indiscutibles. El futuro y no el presente era del Arsenal. O eso se suponía.

Por edad y pasaporte, Carlos Vela no pudo caer en mejores manos que en las de Wenger. En unos 15 años mi hijo me preguntará si el Arsenal se llama así en honor del mítico Arsene. Yo le diré que sí.