Cada verano entre 1991 y 1998 la misma rutina: comprar el Esto y no ver la ansiada noticia en portada. No había explicación válida para tamaña injusticia. Que en aquellos tiempos sólo se permitían tres extranjeros por equipo, que era impensable apostar por un arquero de 1.75, que debía quitarse el disfraz de payaso si aspiraba a jugar en un club serio. Bla, bla, bla. Una de las mayores infamias en la historia del futbol es que ningún club europeo se haya fijado en Jorge Campos. Si él no se fue, ¿por qué habrían de hacerlo mortales como Oribe Peralta, Marquito Fabián… o Guillermo Ochoa?
Porque no nos hágamos tarugos: Memo no juega en Europa… juega en el Ajaccio: club ubicado geográficamente en Francia pero cuya estructura, tradición y defensa colindan más bien con Concacacaf. Lo único que conecta a Ochoa con el futbol europeo es poder enfrentarse un par de veces al PSG, al Lyon o al Marsella, además de la novedad que significa regresar de cada entrenamiento en bici y con baguette bajo la axila.
En México se decía que lo buscaban clubes del calibre del Milan y Manchester para arriba. La realidad es que Ochoa estaba tan urgido que se fue a hacer pruebas al Fulham como haría cualquier hijo de vecino. Los porteros ingleses son tan malos que si eres grande, fuerte y gringo de preferencia, te contratarán con los ojos cerrados. Y al descarnado rizos oscuros nos lo batearon.
Ochoa no irá al Liverpool, no ganaría la titularidad en el Liverpool. No por mexicano, ni por flacucho, tampoco por venir del Ajaccio; aunque todo cuenta. Si Memo no dará semejante salto es porque ha demostrado no ser un animal competitivo.
Cuando ha disputado el puesto contra otro arquero que no se apellide Navarrete u Oberhauser (?) ha perdido la batalla. Le pasó con Oswaldo, Conejo y ahora con Corona: el único mexicano que tiene el puesto titular asegurado en Brasil 2014, a menos de que se le meta otra vez el chamuco. Estamos en la antesala del tercer Mundial de Memo como portero suplente. Y este es un mundo que no tiene compasión con los número 2.