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Evolución

Todos los hijos son perfectos a los ojos de sus padres, al menos hasta cierta edad. Pero el mío era un bebé especial, un nene distinto, ilusionante. Yo, padre apegado y orgulloso, a veces sobreprotector; lo cuidé, lo mimé, lo puse en las mejores manos que supe encontrar.

Luego FutbolSapiens.com dejó de crecer. Demasiadas expectativas puestas sobre un proyecto adolescente que, como promesa del futbol mexicano, parecía destinado a perderse en el camino.

Lo que construimos en cuatro años se derrumbó en cuatro semanas. Malas decisiones, asesorías inadecuadas, pérdida del rumbo. Como el Barcelona, pero sin haber ganado nada.

Soy un padre desobligado e irresponsable. Impaciente y poco comunicativo. Con tolerancia cero al fracaso. No volví a hablar con mi hijo enfermizo y desagradecido más que para darle una última orden: “No te atrevas a morir”. Y por una vez obedeció.

Falta y seguirá faltando mucho por hacer. Traer un sitio web al mundo es demasiada responsabilidad plena de frustraciones. Por eso 99 de cada 100 son tarde o temprano abandonados en el ciberespacio.

Gracias a todos los interesados en la supervivencia de FutbolSapiens.com. A quienes tuvieron más fe en el chamaco que su propio padre. A aquellos que no perdieron la esperanza y siguieron visitándolo pacientemente como en los mejores tiempos, a ver si daba señales de vida. A los ejecutores de este enésimo relanzamiento que supieron entender que FutbolSapiens dejó de ser hace siglos el blog de Barak Fever para convertirse en patrimonio de quienes lean cualquiera de sus textos.

Empezamos tres personas, pasamos del millón y ahora volvemos a reclutar uno por uno a los desertores, incluyendo al mal padre. Su evolución ya no está en mis manos, sino en las suyas: todos somos socios tutores del bastardo. FutbolSapiens no tiene madre y no la necesita. Para eso están ustedes: háganlo hombrecito de una vez por todas.