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Ezequiel 25:17

Messi no se explica. Messi no se define. Messi no se discute. Messi existe en sí mismo y ahí donde se aparece le otorga vida a aquellos hechos a su imagen y semejanza. Señor de todas las cosas. Universal y omnipotente. Inmutable. Infinitamente perfecto. Quien lo niegue es porque no ha aprendido a reconocer la flaqueza de su entendimiento. Poseedor de divinos atributos balompédicos que no vamos a descubrir en esta pseudocolumna. Todo lo demás es polvo a su lado.

Messi es Ronaldo (Nazario) y Zidane en uno solo. Es padre, hijo y espíritu santo del futbol. Mete más goles que Pelé. Gana más títulos que Di Stéfano. Es más hábil que Maradona. Entiende el futbol total mejor que Cruyff. Y encima, desde ayer, es capaz de jugar con la pierna virtualmente enyesada y hacer que su equipo gane, a diferencia de Beckenbauer. 

El Barcelona agoniza. No vive, sobrevive por la vida que le da Messi. No existe otra luz en el camino. Desde que se fue Guardiola Lionel es la única arteria que se mantiene conectada al corazón del que en plenitud fuera el mejor equipo de todos los tiempos. 

Recibir al PSG era una buena oportunidad para reencontrarse consigo mismos. Para recordar que Messi no es más que el jugador diferencial que ha hecho eterno a este grandioso grupo de seres humanos, si bien aún sin él han sido un equipo lo suficientemente bueno como para ganar 2 Euros y 1 Mundial. Pero la ausencia del 10 en un partido que sólo debían empatar en casa acabó por confirmar lo que desde unos ayeres resultaba inocultable.

Sus compañeros son cada vez más insignificantes sin Él. Dios y verdugo, absorbe el futbol de todos para canalizarlo en goles, con la facilidad de quien convierte agua en vino. El Barça no está preparado para esos domingos en que a Messi le toca descansar, aunque su imagen aparezca en la cancha.

El problema de rendirse ante los seres superiores salta cuando lo dejas todo a su voluntad. Y el Barça ya no tiene más rutina que aferrarse a su fe en Messi para que éste le resuelva todos y cada uno de los problemas en los que se mete. Es lo más cómodo: si las cosas salen mal, dásela a Messi que él se encarga. Al fin y al cabo es el único dios que hace caso.