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Real Madrid es el club de futbol más grande que hay en el mundo. Hablo en serio. Se trata del mejor equipo de hoy y siempre y eso lo entendemos todos: los trastornados que lo adoran, los ilustrados que lo regurgitamos y sobre todo, ellos mismos: sabedores de que la armadura blanca los hace omnipotentes, intocables, fuertes y guapetones.

Presagié el 3-1. Patético consuelo. La inferioridad del Barcelona era evidente y cual merolico repetí que firmaría sin rechistar aquel resultado. La idea era, obviamente, sacar el paraguas y de paso ahuyentar a los fantasmas de una goleada que vengara los míticos 2-6 y 5-0 que cada vez se esconden más en el pasado. Un pasado mejor, claro. Tras el partido del Madrid en Anfield decidí que nos pasarían por encima. Pero iluso yo, pensé que al menos en el Bernabéu el Barça se guardaría sus armas de autodestrucción masiva.  

El Madrid vuela, ni duda cabe. Ya se habían tardado, eso sí. Lo que debería ser normal dada su historia, mística y despilfarro torna ahora en extraordinario para un club que durante demasiado tiempo naufragó sin encontrar el instructivo para navegar su compleja nave. El GPS que lleva en los genes lo orientó la mayoría de las veces hacia la victoria, aunque el timón caía en manos de cualquiera.

Por más que Florentino Pérez tire la brújula una y otra vez al fondo del mar (Özil, Di María, Xabi Alonso, Casillas…) el sistemático desprecio de la gerencia a respetar un proyecto serio ha generado espontáneos, aunque insuficientes frutos. Una Champions en 12 años, apenas una miserable Liga ganada en los últimos seis intentos exponen mucho más fracasos que glorias en el balance merengue.

Hoy tenemos al mejor Real Madrid del siglo XXI. Sin embargo, cabe apuntar que las copas nunca se ganaron en noviembre. Algo lloverá de aquí a seis meses. Basta con que Atlético, Chelsea o Bayern (no hay más) hagan cosquillas a la espalda de Kroos y Modric, eso sí: sin tocar los güevos del dragón en el intento.  Entonces el gran momento que atraviesa el Madrid quedará en un buen chispazo, unas cuantas semanas de inspiración en las que servidores como el que suscribe la tuvimos bien dentro.