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La Hermandad Rojiblanca

Carisma, verbo y convencimiento. Diego Pablo Simeone reúne el perfil ideal del líder sectario. Ese agorero capaz de transmitir sus convicciones al grado de arrojar a sus discípulos hacia el suicidio masivo necesario para abordar aquella nave extraterrestre que les conducirá a la salvación.

Afortunadamente, Simeone decidió canalizar su filosofía del sufrimiento al futbol. Su doctrina adversa a los placeres que ofrece el juego y hacia la belleza que éste puede transmitir encontró en un club acomplejado e inestable su iglesia fundacional. El ascetismo perdió un peligroso profeta. El futbol perdió ritmo y ocasiones de gol. El Atlético de Madrid ganó las arengas y peroratas que, en efecto, le han conducido a la salvación.   

Desde hace ocho años el Atlético hace que todos los que juegan contra ellos jueguen mal. La sentencia no es obra de este presuntuoso columnista, sino declaración extraída de la conferencia de prensa ofrecida ayer por Massimiliano Allegri, técnico de la Juventus y víctima más reciente de la secta que formó Simeone en 2011. 

El mundo es un lugar mejor con poesía, pero podría existir perfectamente sin ella. Es poco práctica, consume tiempo y la mayoría no la entiende. El Cholo no solo ha prescindido de ella, sino que la ha combatido con éxito. Sus manos agarrándose los genitales en el gol de José María Giménez dan fe de ello. 

El Atlético de Madrid aún es un club esencialmente perdedor, como lo son todos los equipos europeos que no se llaman Real Madrid, Barcelona, Bayern, Juventus o PSG. Los Colchoneros siguen siendo ese equipo que gana una Copa del Rey cada 10 años, una Liga cada 15 y que, cuando el mundo está al revés y le pone todo para ganar la Champions, se siente incómodo y huye en el último minuto. 

Ojalá Oblak, Godín, Juanfran, Koke, Saúl y Diego Costa no lean esto, pero la verdad es que el argentino no tiene las llaves de ninguna nave extraterrestre que les lleve a la gloria a la que no pertenecen. La clave es que Simeone consigue convencerlos cada año y aunque al final el Atlético pierde, con él pierde menos que nunca.