Antes de 1954 el Real Madrid era basura. Acabó noveno en 1951, undécimo en 1948, décimo en 1943, séptimo en 1944 y en 1947 ¡…en una liga de 14 equipos! El año en que se rateó a Alfredo Di Stéfano consiguió levantar la tercera liga de su hasta entonces paupérrima historia, tras 20 años de repugnante sequía en la que hasta el subcampeonato parecía inalcanzable.
No es menester de este rencoroso libelo desentrañar los siniestros episodios que catapultaron al Madrid hasta convertirse en lo que es hoy. Pero sí repasar su legendaria chiripa.
En los años previos a la Copa de Europa, el Honved ganó todo lo ganable por aquellos tiempos. Sus hazañas continentales estimularon la creación del campeonato europeo que hoy se conoce como Champions League. Si los organizadores no se hubieran tardado tanto en establecerla, los húngaros habrían dominado la competición a principios de los 50. Para 1956 estalló la Revolución Húngara, los soviéticos invadieron el país y Czibor, Kocsis, Puskas y compañía huyeron de Hungría. Fue el año en que el Real Madrid ganó la primera edición de la Copa de Europa.
Con el Honved desmantelado, el único rival que amenazaba la supremacía blanca era el Manchester United. En 1957 el Madrid los venció en semifinales para luego ganar la segunda Copa de Europa. Pero los Busby Babes promediaban 21 años de edad y alcanzar la cumbre era cuestión de tiempo. En 1958 el Manchester, un año más curtido, selló de nuevo el pase a semifinales. Pero su avión se estrelló de regreso a casa… y el Madrid pudo reinar a placer hasta la eclosión del Benfica de Eusebio.
A partir de entonces Real Madrid ganó la Champions de modo intermitente, como cualquier grande de Europa. Pero la ventaja de su colección ya era insuperable.
En 2014 Godín parpadeó en un tiro de esquina y abrió el camino para que Sergio Ramos, al minuto 93, le diera la décima Copa de Europa a un Real Madrid que en Liga acabó tercero. En 1998 un lánguido Madrid fue cuarto, en 2000 fue quinto y en 2002 tercero. Su irregularidad nunca le impidió ganar la Champions. De hecho, apenas en dos de sus 10 Copas de Europa tuvo la solidez requerida para conseguir un doblete.
Solo quien no conozca su historia llena de casualidades se atreve a descartar la candidatura del Real Madrid para alzar la Champions 2016. Mientras más penoso, más peligroso.