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Magnetismo

Monopolio del balón, ataques a una velocidad apenas perceptible, magia por aquí, magia por allá. Nadie había respetado así la esencia del futbol-arte desde la selección holandesa de Francia ’98. El Barcelona es el equipo más espectacular del planeta.

Cuando veo a Ronaldinho se que estoy ante algo demasiado grande para ser verdad. Y no aguanto las ganas de tener un nieto a quien contárselo. Mi sufrida generación solo vio el declive de Maradona, aquel gordo del Sevilla, Newell’s y Boca que anunciaba su retiro una y otra vez al son de sus dópings. Y aunque tuvo el detalle de mostrarnos algunos destellos de Van Basten, un par de increíbles años con Romario o la alucinante clase de Rivaldo y Zidane, el futbol estaba endeudado con nosotros. Hasta que llegó él. Los nacidos en los ’80 al fin tenemos un auténtico ícono de nuestros tiempos.

Disciplina, poderío, contundencia. Ni un milímetro de libertad al rival. El término efectividad nunca fue mejor representado por un equipo de futbol. Nadie en el mundo es tan letal como el Chelsea.

Su Mesías no se parece al del Barça, ni siquiera sabe patear el balón: Roman Abramovich disfruta su creación sentado en el palco. Sus fichajes son tan escandalosamente caros como los de Florentino Pérez y la fuente de la que emana tanto dinero es tan sospechosa como la del Real Madrid. Pero al Chelsea le va muy, muy bien… Y al Madrid le va muy, muy mal. Una pequeña diferencia lo explica: mientras la política de fichajes de los ingleses tiene el buen criterio de contratar únicamente a jugadores con hambre, a la casa blanca sólo llegan mercenarios ávidos de más dinero.

En Europa los clubes no salen campeones y ya: suelen ejercer como tales. Lyon va que vuela por el pentacampeonato en Francia; Bayern, actual y eterno campeón de Alemania, tiene la Bundesliga otra vez en la bolsa; la Juventus marca el itinerario del Calcio y tendrá bordado el scudetto en su camiseta por un añito más; y sólo una catástrofe evitaría que Chelsea y Barcelona salgan también bicampeones de Inglaterra y España.

Pero estos dos últimos no se circunscriben a delimitar el terreno de sus respectivas ligas. En 24 meses no han parado de aplastar a sus contrincantes. ¿Datos concretos? Con mucho gusto: Entre 2004 y 2005, el Barça ganó 60 partidos, empató 19 y perdió 12… Chelsea ganó 60, empató 17 y perdió 12. Irrebatible: Sao Paulo puede ser el campeón del mundo y Liverpool el rey de Europa, pero londinenses y catalanes son simplemente los mejores.

Chelsea tiene a la mejor pareja de centrales reunida en el mundo (Carvalho y Terry), Barcelona solo cuenta con el mejor de los defensas del planeta (Puyol). Con los catalanes juega el más grande de todos (Ronaldinho), los ingleses deben conformarse con el segundo mejor del orbe (Lampard). Los blaugrana tienen a un joven extraterrestre con pegamento en los pies (Messi), los azules apenas tienen al mejor extremo más brillante de los últimos y próximos tiempos (Robben).

Una semana después de que el sorteo del Mundial acaparara todas las miradas, la UEFA se olvidó de invitar a Pelé o a Matthaeus y, de manera que en Suiza no hay quien caliente las bolitas no hubo quien evitara que Chelsea y Barcelona vuelvan a toparse en octavos de final. Ya se sabe: ante la atracción de los polos opuestos no hay quien pueda.