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Marco Fabián y los 99 culpables

¿Qué tienen en común un pentatleta del montón, el clon de Fabiruchis, el hermano del Chepo, un empresario que no aparece en Google, el presidente histórico del Toluca, el doctor de las Chivas, una de las más grandes leyendas que ha dado el futbol, el primo del Cheto Leaño y un ex futbolista de uñas pintadas?

Sisniega, Frangie, Néstor, Pedro Sáez, Lebrija, Atotonilco Ortega, Cruyff, Michel Leaño, Palencia… Lotería. Esta ensalada de locos, elenco ideal para encerrar en una casa a lo Big Brother, han sido durante una década los presidentes deportivos, vicepresidentes de futbol, directores generales, asesores ejecutivos y como quiera que rotularan sus tarjetas de presentación; mandamases del Club Guadalajara y en consecuencia, desechos de Jorge Vergara. 

Daniel Guzmán, Yayo de la Torre, Hans Westerhoff, Benjamín Galindo, Xabier Azkargorta, Chepo de la Torre, Efraín Flores, Hans Westerhoff II, Omar Arellano, Paco Ramírez, Raúl Arias, Güero Real, Fernando Quirarte, Nacho Ambriz, Alberto Coyote, John Van’t Schip, Benjamín Galindo II, Juan Carlos Ortega, Güero Real II… Los franceses, creadores de la guillotina y de las Chivas tienen que estar orgullosos de Vergara, aunque bajo su gestión el equipo más ganador de México haya ganado una Liga y perdido 22.

Podemos contar chivas en lugar de 100 ovejas, seguro que nos dormimos antes. Gonzo González, Israel López, Jair García, Emilio Mora, Tiburón Sánchez, Rafael Medina, Chava Carmona, Negro Sandoval, Miguel Sabah, Diego Martínez, Bofo Bautista, Sergio Santana, Omar Bravo, Alfredo Talavera, Omar Arellano, Gonzalo Pineda, Jared Borgetti, Carlos Ochoa, Aarón Galindo, Amaury Ponce, Omar Esparza, Xavi Báez, Venado Medina, Chore Mejía, Jonny Magallón, Cubo Torres, Luisito Pérez… La lista de futbolistas que salieron del Guadalajara por la puerta de los petardos adjunta a Marco Fabián y Luis Ernesto Michel, a quienes ahora les toca pagar las ilusiones rotas de Jorge Vergara.

Pobres Chivas. En 11 años han echado a 10 directores, 20 entrenadores, cien futbolistas y lo más triste de todo: ni un solo dueño.