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¿Mexicanos al Grito de Guerra?

La semana pasada aprendimos cómo defender lo nuestro. A hacerle frente a poderosos y empedernidos egoístas, acostumbrados a no ver el reloj, porque siempre es la hora que ellos dicen. Imbéciles acostumbrados a cometer error, tras error, tras error con la certeza de que el resto amortizaremos las consecuencias de su ineptitud. Multimillonarios que son parte y juez de la economía y de su reglamento retorcido.    

Pero el resto somos más y tenemos las ideas más claras que ellos. Probablemente no sabemos ni qué queremos, pero sí lo que NO queremos. Y en menos de 48 horas acabamos con ellos. Bueno, con ellos nunca acabaremos, pero al menos pudimos brindarnos el placer de echar abajo su proyecto exterminador del futbol y de su esencia competitiva. Un deporte híper profesionalizado, injusto, abusivo, disparejo, inequitativo… pero abierto. Esa pequeña apertura es la que nos permite respirar como aficionados: disfrutar de una o dos sorpresas al año y pensar que un día podría ser nuestro equipo el que propine el campanazo. Los promotores de premiar el buen trabajo no ganamos, pero logramos evitar que una docena de tarados nos cortaran la respiración con sus sucias rodillas. 

En una lucha de malos contra peores supimos ir decididamente en contra de los peores. Y todo eso fue posible primero, porque los dueños de estos clubes están perdidos: ¿cómo van a diseñar un plan sólido a nivel colectivo cuando son incapaces de administrar dignamente a sus propios equipos? Y segundo, porque amamos al futbol lo suficiente como para haber reaccionado cual osa defendiendo a su osezno del peligro. Así de nuestro lo sentimos. 

Y a todo esto, ¿cuál era la causa de nuestra lucha?, ¡fácil!, no transformar al futbol europeo en la Liga MX. El motivo que movió a la revuelta, la razón principal de la resistencia es evitar que los ya de por sí poderosos se eternicen a costa del juego. Suprimir el castigo del descenso y no premiar con boleto continental a los equipos que acaben arriba en la tabla son conceptos innegociables para quienes no concebimos un juego sin incentivos.  

«El deporte no es deporte cuando no existe la relación entre esfuerzo y recompensa. No es deporte si el éxito está garantizado o si perder no tiene ninguna importancia». Sin siquiera saberlo, las palabras de Pep Guardiola eran un retrato hablado de la Liga MX.  

El futbol es un deporte que los mexicanos decimos amar, pero al que -a diferencia de los ingleses- no nos preocupamos por defender.