Categorías
Fútbol mexicano Selección Mexicana

Mi nieto y Columbus 2016

Pero ¿qué? ¿nunca te habló tu madre de aquel partido? Eran otros tiempos, peque. La gente aún creía en la democracia y hacía fila para reemplazar con idiotas nuevos a los idiotas de en turno. De hecho, dos días antes del juego, Donald Trump se convirtió en presidente de los Estados Unidos. ¿Te imaginas en qué clase de mundo vivíamos?

¿Cómo? ¿No sabes quién fue Trump? ¿Para qué les sirven los uploads o como se llamen esas versiones digitales que tanto les gusta injertar en sus cerebros de chorlito a los jóvenes de hoy en día? ¡No, por favor no te tele transportes a 2016! Prometo ser menos gruñón si te quedas a escucharme.

Bien, como te decía, el mundo era muy diferente: no hacía calor todo el año, el agua estaba al alcance de casi todos, las computadoras no hablaban tanto, la música era más o menos decente y las personas creían en dios. De él sí que has oído ¿no?

Bueno, el caso es que hace 40 años Estados Unidos aún era la potencia mundial. No, no en futbol. Eso nunca aprendieron. Hablo en términos globales, ¿sabes? México, en cambio, no era una de las cinco economías más poderosas del planeta, como es ahora. Sus selecciones estaban más o menos parejas, pero cuando jugaban en casa los gringos siempre ganaban. Siempre, siempre, siempre. Siempre dos a cero.
¡Siempre!

Entonces llegó aquel partido que se jugó la noche de un viernes, creo. Los ánimos estaban crispados como nunca, gracias a ese tipo, Trump, que decía que iba a construir un muro para proteger a su país de los violadores mexicanos.

En México estaban Chicharito (el papá del Chicharitillo Hernández) y Don Hirving Lozano, que por entonces era un chavo medio desconocido. Y creo que aún jugaba Rafa Márquez, que en paz descanse. Aquellos tenían a Pulisic, pero nadie sabía aún todo lo que iba a hacer en los clásicos de Concacaf.

¡Qué calor! Bájale por favor a mi termostato y ya que estás ahí, activa mi neutralizador de emociones, que siento ganas de llorar cuando recuerdo aquella noche. ¿Cómo que si de dolor o alegría? ¿Seguro que nunca te contó tu madre de aquel partido? Para empezar el portero, no me lo vas a creer, pero se…