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Ni muy muy, ni tan tan

Mil novecientos ochenta y ocho. Irrumpe el sustantivo ‘cachirul’ en el futbol nacional y México se queda sin Mundial por tramposo… Los Juegos Olímpicos de Seúl no consuelan a nadie pues la cosecha de medallas se salda con dos raquíticos bronces… ¡Qué mejor año para que se caiga el sistema y Carlos Salinas se convierta en presidente!

Pero a pesar de los pesares, 1988 fue un gran año. Aunque hasta hoy nos enteremos.

Ocurre que en medio de semejante oscurantismo, la familia Villaluz repartía puros por el nacimiento de César, el pequeño Ever llenaba de alegría el hogar de los Guzmán, y las señoras Vela y Dos Santos tenían algo importante que anunciar a sus maridos: estaban embarazadas de Carlos y Giovani, respectivamente: En aquél año fueron concebidos los muchachos que darían el paso más trascendente en la historia del futbol mexicano.

Lo ocurrido en Perú 2005 no lo olvidaremos nunca. Muy bien: ¿y ahora qué? “Hay que tener paciencia y seguir el proceso”, proponen los más recatados. ¡Pamplinas! Mi silogismo es el siguiente:

a) No todos los años México se consagra en la final de un Mundial.

b) A Brasil le sobran jugadores seleccionables… a nosotros, no.

Luego, Ricardo Lavolpe debe convocar a un par de seleccionados sub 17 para la Selección Mayor.

Los partidos contra Guatemala y Trinidad, que no valen nada, eran el marco ideal; pero siempre quedan un par de amistosos para que se pruebe a Giovanni Dos Santos o a Carlos Vela. Los chicos tienen 16 años y no llegan a los 60 kilos, seguramente no están listos para un Mundial; pero más vale no quedarnos con la duda mientras contemplamos cómo Juan Pablo Rodríguez desecha su enésima oportunidad.

Eso sí: ante todo debe reinar la mesura. A quien piense que México va a ganar el Mundial del 2014 hay que recordarle que los africanos ganaron todo en categorías juveniles: “Muy pronto un país africano alzará la Copa del Mundo”, presagiaban los sabelotodo… Hoy en día, las selecciones menores del continente negro no hacen más que emular los fracasos de las selecciones mayores.

Por cada Kaká, Adriano o Ronaldinho que ganaron un Mundial sub 17, para después convertirse en súper estrellas mundiales; hay un Rubinho, un Jarra o un Marica, que fueron tan campeones como los primeros y ahora lamentan no haber estudiado una carrera como decía mamá.

La Copa del Mundo sub 17 no deja de ser un evento de menor proyección que el Mundial Juvenil o los Juegos Olímpicos… pero tampoco deja de ser un Mundial. Ni más ni menos.

Por ello, para mí no hay debate: Después de Lavolpe no será el turno de Hugo Sánchez, ni mucho menos de Mario Carrillo. Al finalizar Alemania 2006 le toca a Chucho Ramírez. Se lo ganó.