Jugar Partido. Seleccionar equipo: México. Seleccionar rival: Brasil. Seleccionar estadio: Wembley. Start. Loading… Gol de México, gol de México, gol de Brasil, fin de partido. México, campeón. Y no, no en Nintendo.
Si hace unos meses hiciéramos introspección en nuestras chaquetas mentales más profundas, seguro que soñaríamos con ver a México en una Final. Si el genio de la lámpara nos preguntara a qué rival nos gustaría vencer, pediríamos a Brasil sin dudarlo. Y si nos hiciera escoger un estadio en el mundo para consagrar nuestros sueños húmedos, éste no podría ser otro que Wembley. ¿Marcador? 2-1 para que estuviera bueno. La del sábado fue una final a la carta, y nuestros deseos fueron órdenes.
México fue campeón invicto en Londres 2012 con conceptos muy básicos, que no primarios. Ejecutados a la perfección. Indestructibles. Irresolubles. Controlar el esférico y llegar a línea de fondo, aunque Aquino lo entregara. Lo importante, tenerlo lejos de Corona. Luego, presión arriba, muy arriba. Robar balones lo más cerca de la portería rival y convertirlos en goles. Pelear cada balón parado como si se tratara del último del planeta. Creo que todos los goles de México fueron producto de intercepción o táctica fija. Si acaso, alguno en jugada construida. Se escribe fácil, pero es lo más duro del mundo.
Ganó con futbol, por supuesto. Con demasiado futbol. Pero sobre todas las cosas, con personalidad. Desde Corona hasta Oribe, pasando por todos los demás se comportó con una propiedad, un saber estar que hizo ver a Brasil en Wembley como a un vil lacayo en el Palacio de Buckingham.
Cuesta entender la absurda paradoja. ¿Cómo es posible que el México maduro, confiable, triunfador, el de la ilusión, el del carácter, el de la gente responsable, el del sí se debe, el de Perú 2005, el de México 2011, el de Londres 2012 sea el mismo México que votó para que volviera el PRI?
Pero bueno, no nos engañemos. Justo ahora que Brasil experimenta el auge de su economía, su equipo de futbol da pena y es 13 en el Ranking FIFA. Y justo ahora que España cumple sus sueños de ser la mejor selección del mundo y para muchos de todos los tiempos, su país se está cayendo en pedacitos. Lo único que puede hacer el futbol es darnos una razón más para vivir en esta complicada vida. Y lo hace muy bien. Después de todo nacimos para vivir un día como el 11 de agosto pasado.