Categorías
Fútbol internacional Real Madrid

Perder sin chiste

Cuando Roberto Baggio, delantero de la Fiorentina fichó por la Juventus en 1990 a cambio del equivalente a 13 millones de Euros rompió el récord establecido por Diego Armando Maradona como el jugador más caro de todos los tiempos. Con su fichaje de lujo, la Juve quedó ese año en el bochornoso séptimo lugar de la Serie A. Para 1992 volvió a romper los registros históricos, cuando se compró al delantero de la Sampdoria Gianluca Vialli por 16 millones y medio de los actuales Euros. Acabó la temporada en cuarto lugar.

El récord de Vialli duró cuatro años, hasta que por lo que hoy son 21 millones de Euros, el Newcastle se llevó a Alan Shearer, goleador del Blackburn Rovers. Para entonces, el nuevo magnate de Italia era el Inter, que un año después pagó 28 millones de Euros por Ronaldo. Un año más tarde (estamos ahora en 1998) el Betis rompió el récord fichando quién sabe cómo a Denilson, que resultó el muerto más caro de todos los tiempos, a 31 millones y medio de Euros. ¡Lo que hubiera costado vivo!

Hasta entonces las marcas históricas iban más o menos de la mano con la inflación. Cuando al año siguiente el Inter, que había quedado octavo en la Serie A, volvió a escena para fichar a Christian Vieri a cambio de 46 millones y medio de Euros, el futbol se escurrió entre sus propias manos. Figo saldría en 60 millones de Euros un año después.

Como le ocurrió antes a Juventus, Newcastle, Inter, Betis y Lazio, el jugador más caro de la historia falló en el propósito de hacer campeón a su nuevo equipo. A medias. El Madrid de Figo acabó en quinto lugar y habría quedado fuera de la Champions… de no ser porque clasificó como campeón de Europa. Era el inicio de una larga hegemonía en el mercado. Figo, Zidane, Cristiano y Bale: entre 2000 y 2016 el fichaje más costoso de todos los tiempos siempre fue faena del Real Madrid. En la cancha ganó 5 Ligas y perdió 11; levantó 3 Champions y resbaló en 13; conquistó 2 Copas del Rey e hizo el ridículo en el resto. Pero fuera del rectángulo no había lugar para el debate: el Madrid era el jefe de jefes.

Nunca hubo anuncio oficial de su abdicación. Fue tan larga su tiranía en esto de reventar el mercado que pensamos que Neymar había nacido para jugar de blanco, tanto como Pogba estaba destinado a estacionar su convertible en Valdebebas. Hay quienes estamos tan ciscados que seguimos apostando a que Mbappe será suyo este verano.

Sin darnos cuenta, hoy, de los siete fichajes más caros en la historia del futbol, ninguno fue del Real Madrid. En la categoría de club más caprichoso del mundo, el PSG lo ha destronado. En el de más ridículos acumulados por minuto, el Barcelona lo aplasta. Para trampas, las del Manchester City. ¿Ganar a toda costa y con lujo de descaro? Ese es menester de la Juventus.

¿Cómo odiar a un equipo que, de tan mundano, ya ni es odioso? ¿Por qué celebrar sus derrotas cuando se han hecho rutinarias? ¿De quiénes nos burlamos si las gradas de su pequeño estadio están vacías? Si algo aprendí tarde en esta vida fue a no reírme del Real Madrid, inhibido por la temible certeza de que su desagradable y atronadora risa siempre llega al último. Lo que jamás imaginé fue que me hiciera perder las ganas de reírme.