¿Estás emocionado porque al fin comenzaron los Juegos Olímpicos de Invierno? Yo igual. Si fuéramos canadienses, sería otro boleto. Pero nosotros no crecimos con la cultura del deporte invernal y ya tenemos bastantes problemas en el día a día. Agregar temperaturas gélidas a nuestros menesteres cotidianos sería el copo de nieve que derramaría el vaso.
México en futbol nunca ha sido y utópicamente algún día será lo que Canadá es en deportes invernales: una de las cuatro potencias mundiales. Pero el futbol en Canadá sí que tiene el mismo arraigo, tradición y, hasta hace bien poco, nivel nulo que ostenta México en ski, patinaje, curling, bobsleigh o hockey sobre hielo. En resumen, el octagonal final de Concacaf interesa tanto en Canadá como Beijing 2022 importa en México. Con la salvedad que la delegación mexicana no aparece en el medallero olímpico, ya no hablemos de liderarlo.
Canadá tenía 25 años sin siquiera disputar el hexagonal final y literalmente de un día para otro se convirtió en el mejor equipo de la región. ¿De qué nos perdimos? ¿Viajamos al futuro en un parpadeo? Bueno, para empezar a Canadá le salieron de la nada dos jugadores nacidos curiosamente, uno en África y el otro en Nueva York. Ambos en el siglo XXI. Alphonso Davies es el mejor futbolista que tiene Concacaf en el futbol europeo: eso lo reconocen hasta las mentes más obtusas. Lo que no se enfatiza es que el segundo jugador de Concacaf con mayor impacto en el futbol europeo también es canadiense: Jonathan David, líder de goleo en la Ligue 1, mejor conocida como la competición que disputan Messi, Neymar y Mbappé.
Dos futbolistas fuera de serie ayudan, ni duda cabe, pero serían insuficientes para explicar el éxito canadiense de no ser porque no existe un abismo entre ellos y el resto. Resto que encabeza Cyle Larin: tercer máximo goleador de la competitiva liga turca la temporada pasada, y Stephen Eustaquio: fichaje invernal del Porto para fortalecer su medio campo,
Todo esto no hace más que explicar el salto cualitativo de esta generación de chicos canadienses a nivel técnico. Aún hay que desarrollar las claves del crecimiento táctico de un equipo conservador, pero moderno. Sólido, vertical y ordenado con tres centrales capaces de salir jugando con el balón, un medio campo que intimida en los duelos aéreos y unos atacantes feroces con los que México, Estados Unidos y el resto solo pueden soñar.
En el renglón físico Canadá siempre ha sido sobresaliente y no tiene más que explotar esas cualidades diferenciales con un modelo de juego que las potencie. Cuando eres superior en los ámbitos técnico-táctico-físicos, la consecuencia es una moral que eleva hasta el cielo la dimensión anímica de este grupo de jugadores. Noten la agresividad, pasión y diversión con la que cantan el himno antes del partido: ¡se sienten Italia! Y tienen razón.
Porque además la selección canadiense tiene lo más difícil de encontrar, sobre todo en países del primer mundo: ese barrio que a veces los lleva a competir al borde de la trampa. Esto va de la mano con el oficio del que adolecen los equipos que de un día a otro empiezan a jugar bien al futbol, y que suelen tardar décadas en desarrollar. A Canadá le sobra ya que estos chicos tan canadienses, tienen sus orígenes en Croacia, Inglaterra, Portugal, Colombia, Ghana, Nigeria… Su pasatiempo de niños no era precisamente el snowboard.