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¿Te vas al Mundial?

Estoy convencido de que no existe trabajo en el mundo más sobrevaluado que el de comentarista deportivo. La gente piensa que te la pasas de lujo, entras gratis a todos los partidos, eres cuate de sus ídolos y encima cobras mejor que el cuñado de Calderón, como si lo tuyo fuera un trabajo de verdad.

Y ni se diga cuando hablamos de la Copa del Mundo. Durante cuatro años vas conociendo gente que no volverás a ver en tu vida; apenas les dices que trabajas en deportes, la pregunta se dispara en automático: ¿Te vas al Mundial? Y entonces les contestas lo mismo que a tus familiares, amigos, colegas y conocidos que te han atacado día a día con la puñetera pregunta. En realidad aún no sabes si irás y aunque en ese momento lo deseas fervientemente, pronto te arrepentirás.

Son libres de llamarme amargado, mal agradecido, incluso imbécil, pero créanme que venir a un Mundial como reportero es horrible. Se los digo yo y se los dirá cualquiera de mis compañeros si tienen la mínima sinceridad.

Durante 43 días te partes el alma, das el extra: “no estoy cubriendo un Veracruz-Tigres”, te mentalizas. Regresas a tu hotel a las 4 de la mañana porque en México apenas son las 9 de la noche, y al otro día te levantas temprano con gusto: viajas, buscas una idea, peleas por una miserable entrevista a jugadores que cuando se dignan, escupen las mismas palabras que siempre has oído, aunque en diferente idioma.

Para entonces casi ni advertiste que te perdiste los tres partidos del día, a veces tienes la suerte de cachar los goles en CNN, pero no ves al Güiri Güiri, ni a Valdano y ¿todo para qué?, diría la canción, si a fin de cuentas, a algún genio se le ocurrió cancelar tu reporte. Al final de la jornada estás tan cansado y aturdido que no tienes ganas ni de escribir una columna medianamente decente para tus cuatro lectores, que como todos, piensan que te la estás pasando de huevos en Alemania.

No disfrutas los cuatro partidos a los que entras porque estás pensando en el trabajo y no te queda más que desahogarte con quienes esperan leer alguna crítica que no puedes hacer porque nunca has visto menos futbol en tu vida. Al menos tienes este espacio; tu editor y tu camarógrafo, que disfrutan el Mundial tanto como tú solo esperan que los recuerdes en esta columna.

Apenas llegas a la mitad de la aventura y ya te mentalizas para lo que viene después. Porque a pesar de todo sueñas con ir a Beijing en dos años, y todo el mundo ya está listo para preguntarte si vas a ir o no.