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Así gana el Madrid

Ser árbitro es bien difícil. Correr hora y media dentro de 8 mil metros cuadrados para seguir el accionar de 22 mañosos que venderían a sus madres con tal de engañarte es un empleo para trastornados. El delantero puede fallar 10 veces, meter una de rebote y ser el héroe. Un portero promedio nada más debe evitar cajetearla en las cinco o seis acciones de peligro que enfrente por partido para eludir las críticas. El árbitro en cambio, no puede ni pegarle al poste. Siempre ha de clavarla al ángulo. Si toma 99 decisiones correctas y una equivocada, ningún periodista hablará de 99% de efectividad, nos limitaremos a juzgar la repetición con ventajista acercamiento a cámara lenta de la acción en la que aparentemente pifió, y ni así nos pondremos de acuerdo. Todo mundo ha perdido por culpa del árbitro. Eso debería significar que todo mundo también ha ganado gracias al árbitro. Sin embargo, no ha nacido aún el primer futbolista llanero o profesional que le haya dado crédito al silbante tras alcanzar una victoria. Ya ni hablemos de dar las gracias.

Cristiano Ronaldo no fue el primero, por supuesto. Dice Menotti que un gol de penal lo mete cualquiera y por eso no se celebra. ¿Y qué pasa cuando ese penal fue inventado? Tras un tiro de esquina que no debió ser ejecutado. Luego de que tu otro gol se produjo tras el cobro de una falta inexistente, ¡y en el campo de un equipo al que podrías pagarle la nómina entera con el sueldo de cualquiera de tus suplentes! Cristiano respondió galopando 50 metros mientras exaltaba el escudo de su club, mismo que por cierto, ha desarrollado el arte de apandar como ningún otro a lo largo del tiempo y llenar así de cerámica sus vitrinas. 

Cristiano y el Real Madrid nacieron el uno para el otro, menos mal que renovaron la semana pasada sus votos, aunque tengan un matrimonio desprovisto de lujos. Cero Balones de Oro, cero Champions, 1 Copa y 1 Liga en cinco años es una cosecha bastante indigna de la inversión de Pérez. Lo que no han faltado han sido regalos: dos puntitos cada semana en lo que la máquina de Ancelotti engrana, no vaya a ser que el Barça se escape a 20 como la temporada pasada. 

Real Madrid es el más rico, el más guapo y el más ganador. Pero detrás de su fortuna se esconden 110 años de crímenes, como el perpetuado ayer en Elche. Y el Madrid sigue libre.