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Todo va a salir bien

“Felicidad no es hacer lo que uno quiere 

sino querer lo que uno hace.”

-Jean Paul Sartre-

Es rico, ni duda cabe. Aunque no tanto como Slim, y ni siquiera como Eto’o. Es buen futbolista ¿quién se atreve a negarlo? Pero no al nivel de Messi, ni incluso al de Iniesta, si a los premios individuales nos remitimos. Es más guapo que Iniesta, Messi, Eto’o y Slim todos juntos, eso que ni qué. Sin embargo, le hace los mandados a Justin Bieber, y (me cuentan) hasta a Yoan Gourcuff. La felicidad no depende de lo que tenemos, sino de lo que somos. Y Cristiano no es el número uno de Forbes, ni de France Football, ni del TV Notas. 

El chico hizo unas declaraciones que no demostraron madurez ni respeto. Quizá se deba a la infancia difícil que tuvo, a su poca educación. Lo anterior no es de mi cosecha. Es la opinión de José Mourinho cuando Depre7 jugaba en el Manchester, palabras que se hacen extensibles cada vez que Cristiano abre la boca. 

Antes de hablar debió tener mayor sensibilidad con los pobres que llegamos cansados a casa y no encontramos a Irina Shayk en la cama; pero más que una falta de tacto ante los desamparados, asalariados y pobres diablos en general, lo suyo fue un agravio en contra de sus seguidores.

El madridismo tuvo razones de sobra para estar inconsolable durante tres años. Y justo cuando su equipo logra equilibrar fuerzas con el Barcelona, lo supera incluso; su estandarte les sale básicamente con que a él, responsable indiscutido de la alegría merengue, todo eso le importa un rábano. No hay derecho a estar triste cuando se tiene el don de hacer felices a los demás. 

Si no fuera porque su truco es más viejo que cagar sentado, me compadecería de él y lo urgiría a asistir a terapia para combatir su depresión. Pero su patología es más óptica que psíquica. Las últimas declaraciones de Cristiano Ronaldo lo descubren como un jugador del montón: no en lo que se refiere a su clase futbolística ¡faltaba más!, sino al daltonismo que aqueja a más del 99% de sus colegas, mismo que les impide apreciar todo color ajeno al del billete.